Lunes, Julio 08, 2024
   
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"En la posguerra, la gente llegaba a tirar sus casas para vender los materiales"

El joven unionense Gonzalo Vicente Pagán ha elaborado la tesis 'Desdichados años en La Unión: vivir en tiempos de guerra y posguerra', como trabajo de fin del máster de Historia y Patrimonio Histórico de la UMU. Se trata de una aproximación la vida en la ciudad en aquellos terribles años, en concreto, entre 1936 y 1952, quedando el municipio con el censo más bajo de su historia y con una situación de penuria en la que proliferaban el hambre y las enfermedades.

  • "Las cartillas de racionamiento que después se implantaron en España comenzaron a funcionar en La Unión en 1937"
  • "Durante el conflicto bélico hubo mucha compasión entre ambos bandos, pero la ciudad no se libró de persecuciones"
  • "El que trabajaba simplemente era menos pobre que el resto, pero los comedores sociales estaban llenos de mineros"
  • "El alcalde tras la guerra era más controlador que administrador"
  • "El pueblo trataba de evadirse de su situación con cine, bailes, fútbol, fiestas patronales y otras propuesta de ocio"
  • "Investigar es precioso, pero, a veces, triste"


Sucedió hace ya bastantes décadas y para las últimas generaciones es algo que se conoce sólo de oídas a través de nuestros mayores. Gonzalo Vicente Pagán, quien en su trabajo fin de carrera se sumergió en 'El boom minero: 1840-1914' (pinchar aquí), ha elegido ahora el gran conflicto bélico español y sus siguientes años con un trabajo esquematizado con enfoque nacional y, especialmente, local desde distintas perspectivas: económica, social, educación, salud, ocio, etc. El trabajo ha merecido una calificación de 9,8 sobre 10.

"A la dura crisis minera que acechaba a La Unión en los años treinta del pasado siglo se sumó la Guerra Civil y la postguerra, quedando los censos en los más bajos de la historia unionense, con unos diez mil habitantes". Con esta frase nos sitúa Gonzalo Vicente Pagán sobre una etapa que inicia con la Guerra Civil: "La Unión era un municipio de retaguardia durante el conflicto, lo que provocó que unas quince mil personas llegasen para refugiarse, siendo la mayoría procedentes de Cartagena. Aquí se veían pasar los aviones, pero no hubo bombardeos", explica.

En su trabajo recoge un documento hasta ahora inédito, que ha sido descubierto por el cronista oficial de La Union, Francisco Ródenas, sobre los huérfanos de guerra. "Se llegaron a contabilizar hasta 82 niños en esa situación", apunta. Otro dato significativo es que en el año 1937 "surgen, por decreto del Ayuntamiento, las cartillas de racionamiento de alimentos, que luego se implantarían en todo el territorio nacional".

Entre los vecinos de La Unión  "no existían un gran conflicto entre ambos bandos, como sufrieron otros lugares, pero si se dieron casos de persecuciones a gente no afín a la República, como sucedió con María Cegarra, por poner un ejemplo. Sin embargo, es destacable la compasión que en todo momento tuvieron la gente y el gobierno municipal. Así, en el hospital de Caridad se llevaban a cabo muestras de caridad hacia personas de ambos bandos".

La guerra agravó la situación social unionense, "pues a una minería que ya era catastrófica y un ferrocarril en estado calamitoso, se sumaron la carencia de alimentos, la falta de higiene y muchos robos y saqueos, como los que se llevaron a cabo en las iglesias. Con algunas personas que he hablado todavía tienen muy presente la quema de imágenes. Valga como ejemplo un hombre que cada año, al ver la hoguera de San Juan, le vuelven las imágenes de la gran llama que presenció cuando tenía diez años de edad ante la iglesia de la Virgen del Rosario".

Termina la Guerra Civil y llega la posguerra, que Gonzalo Vicente Pagán ha abordado desde tres terrenos: instituciones, economía y sociedad.

"El ejército de ocupación de la División de Navarra se instaló en La Unión el 8 de abril de 1939, año a partir del cual se produce un fenómeno de migración de la población. Otro hecho a resaltar es el de los derribos de viviendas. La gente tiraba sus casas para vender los materiales ante la situación de penuria", relata sobre aquellos años dentro del capitulo de las instituciones, en el que el nuevo régimen trajo el cambio de nombres de calles. "El alcalde Juan Jiménez Sánchez (1939-1940) ejercía más de controlador que de administrador en el municipio, llevando a cabo ese control con bandos municipales", apunta sobre un sillón de la Alcaldía que también tuvo como inquilinos a Jerónimo Asensio García (1940-1944) y a Francisco Barrionuevo Sánchez (1944-1961).

¿Hubo represión de los vencedores a los derrotados?, preguntamos. "Sí, al igual que sucedió en otras ciudades. Valga que se depuran a 36 funcionarios y son fusiladas 5 personas por motivos políticos y más de seis fueron encarceladas".

 

  • La economía del hambre

La minera experimenta una mejoría al terminar la Guerra debido a la implantación de los lavaderos de flotación (elevan su producción y beneficios), explica Gonzalo, "la población se muere de hambre. Por ejemplo, hay 660 mineros al acabar la Guerra Civil y cuatro años más tarde, la cifra se sitúa en dos mil, pero el que trabajo sólo es menos pobre que el que no trabaja. La pobreza es global". Nada más acabar el conflicto bélico, llego al despoblación ante la falta de trabajo y la inseguridad, "marchándose muchos a Cataluña y otros regresando a Cartagena".

Ante esta situación, sigue el racionamiento de alimentos y surgió el extraperlo (comercio ilegal de productos), muy característico en esta época en todo el país. "En La Unión  lo llevan a cabo muchas mujeres, quienes se apoyaban en niños, y levantaban menos sospechas. Hay un matiza en este asunto, pues las féminas lo hacían por necesidad y buena parte de los hombres lo llevaban a cabo más como negocio", explica Gonzalo.

La enfermedad más famosa de la época fue el tifus exantemático. "Los dos fenómenos que agravaron la situación fueron el desabastecimiento y la falta de alcantarillado. Esto último fue un problema que no se solventó hasta los años sesenta, con Esteban Bernal como alcalde".

Los bajos de la Casa del Piñón "se llenaban de críos de asuntos sociales y los comedores sociales eran utilizados por los mineros, pues su trabajo no les daba para comer. Y la elevada cifra de enfermedades general originó que se abriese un nuevo hospital", expone. 

  • La sociedad

Gonzalo Vicente Pagán lleva el acercamiento en este área a través de la familia, la iglesia, el ocio y la educación.

  • "La vida familiar durante la posguerra sufre muchas permutas. Las mujeres juegan un papel fundamental dentro de la vida familiar, pero muy alejadas de la esfera pública".
  • "La iglesia, por su parte, es fundamental en el nuevo régimen, siendo portadora de la moralidad de la época".
  • "El ocio era una forma de evasión del pueblo de los problemas, popularizándose el cine, con las salas Mery y Moderno; los bailes (las chicas solían ir acompañadas por la madre) en La Protectora, recinto en El Garbanzal; y el uso de la radio. Los hombres también encuentran evasión con el fútbol en el Parque de Recreos y toman auge las fiestas patronales. Otro dato es que aumenta la presencia de varones en bares, tabernas y tertulias, pero todo se desarrolla con una una censura y vigilancia propia de una dictadura".
  • "Se emiten muchos bandos municipales y muchos escritos del gobernador civil alertando de cualquier rumor que le llega al alcalde de turno, como que se han visto menores de edad en el cine o en los bailes, que denunciaban a veces los propios vecinos. Era la mentalidad de la época".
  • "La educación era nacional, católica, desmodernizada y con un bajo nivel. He tenido ocasión de ver un diario de clase de una maestra de la Unión de 1942, que en las últimas páginas escribe: "mi opinión es que todos los planes y programas no dan el resultado que desea quien se dedica a la enseñanza”.


Conclusiones y agradecimientos

Gonzalo, por lo que ha averiguado, piensa que La Unión no estuvo en la Guerra Civil "tan castigada como en otros lugares", pero su población no se libró de sufrir un hambre "que fue bestial" y esa etapa de conflicto bélico y posguerra la dejaron "bajo mínimos".

El joven unionense quiere mostrar la gratitud en la elaboración de este trabajo al Cronista de La Unión, Francisco Ródenas, "como archivero y como persona, pues me ha ayudado mucho", y a Cristina Roca Alcantud, su tutora.

Explica, respecto a la metodología, que ha utilizado fuentes primarias y fuentes directas, como entrevistas orales de personas que vivieron esa etapa y documentos del Archivo Municipal de La Unión y del Archivo Histórico Nacional, junto a hemerotecas de periódicos (Arriba, Cartagena Nueva, El Liberal...) en los archivos municipales de Cartagena y de Murcia. Se amplía la relación con actas capitulares, auditorias de guerra, carteles, bandos municipales, etc.

"He tratado de crear un conocimiento, pues son muchas las novedades que se descubren de ese tiempo, dentro de un guión cronológico. Investigar es precioso, pero, a veces, triste", expresa para concluir.










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