55 Cante de las Minas: Gozada flamenca
Un gitano y un payo, un cordobés y un jerezano. Ambos son de la misma ‘quinta’ (61 años de edad) y cada uno, con su propio sello, tienen su lugar en el olimpo flamenco. Anoche, El Pele y El Capullo deleitaron en la ‘Catedral del cante’.
“Vamos a tener una noche estupenda”, anunció el presentador de la gala de anoche del Festival Internacional del Cante de las Minas, Miguel Meroño, explicando: “Ahí dentro los dos se lo están pasando bomba, si luego se traslada al escenario…”.
El sonido solitario y en penumbra de dos guitarras creó la atmósfera apropiada para la aparición en escena del primero, Manuel Moreno ‘El Pele’, con inmaculado vestuario blanco, al que después se unieron tres palmeros y un percusionista para ofrecer un flamenco sin aditivos que conectó fuertemente con el público, como reflejó que en cada temas, al menos, se escuchaba una decena de “¡oles!” y otras expresiones. El Pele, quien dio las gracias por el privilegio de estar en La Unión, y su gente también cruzaron en determinados momentos aplausos con los asistentes. Se notaba que, pese al ‘caló’ (aunque son cordobeses, lo de la humedad de estas tierras no lo llevan bien), disfrutaron e hicieron disfrutar. “El amor siempre joven y el dolor siempre viejo… traigo la alegría conmigo”.
Después le tocó el turno al payo de alma gitana a quien de pequeño su madre llamaba ‘capullito de seda’ (de ahí su apodo). Su flamenco es otra historia con respecto a su predecesor, con un estilo claramente jerezano muy personal (“soy de Jerez y vengo a cantar por Jerez”), nada encorsetado al surgir de la escuela de la vida, aderezado por un cuadro de gran calidad. Martinetes, bulerías, fandangos, un tiento, fueron algunos de los palos que el cantaor regaló a un público que les acompañó en muchas ocasiones jaleando. Las voces y palmas de Tequila de Jerez, Juan Flores y Jesús Flores acompañaron al Capullo que cantó al amor, a la libertad, a la justicia: “esto no cambia, esto sigue igual, pagamos los pobres...” El sonido de los aplausos también le otorgó una gran nota a El Capullo de Jerez.
Dos formas de entender el flamenco que respondieron a la exigente, pero a la vez cálida, Catedral del cante, en la que se rozó el lleno.