Lunes, Julio 08, 2024
   
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Esteban Bernal hace protagonista al picador en el cartel de la Feria Taurina 2018 de Murcia

Bernal expone los detalles de su obra, sobre la que fija la mirada el torero Pepín Liria

La plaza de toros de la capital regional ha acogido la presentación de la imagen que identificará a la gran cita taurina murciana este año y que surge del pincel del artista unionense, quien ha recurrido a la técnica acrílica sobre lienzo para plasmar algunas de las sensaciones que sintió el pasado año, cuando en septiembre fue invitado a conocer todos los rincones y el callejón de la plaza, los entresijos escondidos a la mirada del público y los rituales de una corrida de toros desde dentro, siendo en esta ocasión los picadores los sujetos de su obra.


El cartel de la Feria Taurina de Murcia de este año no deja indiferente a nadie, pues su efecto de atraer la mirada del espectador lo consigue desde el primer momento, como se pudo comprobar en el acto que ayer, en las entrañas del coso murciano, se celebró para desvelar dicha imagen. La obra respondió a la elevada expectación previa, siendo muy positiva su acogida entre los asistentes. El 'padre' es Esteban Bernal Aguirre, quien ante los presentes ofreció una perfecta y detallada exposición de sus argumentos pictóricos para esta ocasión, llegando a un resultado final en el que el cartel se acerca al mundo del toreo "desde dentro, desde los orígenes, tomando prestados los ojos de un profesional de la lidia", comenzó diciendo.

A continuación desveló que el trabajo está inspirado en los preparativos de un ritual "escondido a los ojos del público, que se vive cada tarde en el patio de caballos. Una profana procesión circular de jinetes montados en blindadas cabalgaduras, que en silencio, con aparente sereno semblante y concentrados en la responsabilidad de lo que está por venir, dan vueltas para calentar a sus poderosos caballos. Los picadores de toros. Personajes  de actuaciones controvertidas, reservados y escasamente conocidos. Suelen ser hombres de campo, mayorales y vaqueros, forjados en las ganaderías bravas, universidad natural donde aprenden de generación en generación el oficio de manejar a los toros, con la garrocha en campo abierto o con la vara de sujetar en los tentaderos; y lo que es más importante y clave en cada toro, el complicado y delicado fin de su actuación, la de medir el adecuado castigo para ahormar al toro y propiciar el triunfo de su matador".

El picador es el epicentro de la obra, como expresó el artista unionense en sus siguientes alocucines:

  • "En los inicios del toreo a pie, los 'varilargueros' -antecesores del picador de toros- tenían tal relevancia que, hasta mediados del siglo XIX, encabezaban los carteles figurando sus nombres delante de los espadas y en caracteres tipográficos más destacados. La suerte de varas era la más esperada por los espectadores, siendo los toreros de a pie tan sólo auxiliares. Igualmente, gozaban del privilegio de precederlos en el paseíllo. Aún hoy mantienen cierto rango, al estarle permitido llevar casaquilla bordada en oro al igual que los matadores".
  • "Los buenos picadores mantenían su cabalgadura ante el empuje del toro, intentando frenarlos sólo al amparo de la fragilidad de una vara. Tarea ardua de conseguir".
  • "El cartel presenta a un picador visto desde abajo, en un contrapicado que lo entroniza en su orgullosa montura, privada temporalmente de visión y de audición para el momento crucial del encuentro con el toro. Aparece desdibujado por una textura que parece esconderlo, y modelado con una luz dura que genera fuertes contrastes; al igual que sus intervenciones en el ruedo, casi siempre discutidas, pero de gran valor y repercusión cuando la suerte de varas se ejecuta con ortodoxa pureza y en su medida justa".
  • "El fondo del cartel está dividido en dos mitades muy diferenciadas por la luz. La del lado izquierdo, más extensa, muestra un pasillo interior cargado de oscuridad, alejado de triunfales salidas a hombros y del clamor de los aplausos. Los brochazos de color rojo en su chaquetilla nos recuerdan la amenaza de sangre, porque también el picador se juega la vida cada tarde con el riesgo de ser descabalgado y quedar postrado indefenso por la limitada movilidad que le permiten sus pertrechos, quedando sobre el albero a merced del toro o aplastado por su caballo".
  • "La mirada profunda, escondida en la sombra que proyecta el castoreño sobre un rostro adusto parece seguir en la distancia con toda atención cuanto sucede en el ruedo, manteniéndose alerta y dispuesto para intervenir".
  • "Es un cartel que trata de reclamar la atención del espectador por su fuerte contraste cromático, a la vez que le invita a participar en el antiguo juego visual del observador observado".

Foto: tendidodelsol.com

Para concluir, Esteban Bernal expresó a los asistentes su satisfacción por "haber podido contribuir con esta obra a la grandeza plástica que atesora la tauromaquia y al esfuerzo que Toros Sureste realiza en cada Feria Taurina de Murcia".

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