25 aniversario del fin de los vertidos en Portmán
Antonio Gómez, profesor de Educación Secundaria Obligatoria, ofrece a los lectores de La Unión de Hoy una crónica de lo que significó el 31 de marzo de 1990, fecha en la que cesaron los vertidos a la Bahía de Portmán. El artículo se acompaña de interesantes fotografías históricas.
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Un año más tarde, en mayo de 1991 se produjo el cierre de la minería. Otras empresas caen por efecto dominó: Fundición de Peñarroya, en Cartagena, ERT (Explosivos Rio Tinto) y Española del Zinc. También vio su fin La Maquinista de Levante. Indenmnización a los trabajadores. El que menos se llevó un millón de las antiguas pesetas, hasta los diez y once, dependiendo de la categoría y antigüedad en la empresa más dos años de paro, todo incluido en el lote que hizo que las entidades bancarias y cajas de ahorros salieran como ‘buitres’ en busca de las codiciadas indemnizaciones que poco duraron, pues muchos abandonaron la ciudad por el receso económico. Fueron aproximadamente unas cuatrocientas familias las que se vieron afectadas así como el tejido industrial de la localidad
El final, el cierre, fue dramático, empleados manifestándose, encierros en mina y Ayuntamiento, ‘La Tonta’, la gran pala con su enorme cuchara símbolo de la resistencia a las puertas de la cantera Emilia. Un pueblo, el Llano del Beal, ‘en pie de guerra’ porque las explotaciones se acercaban a los cien metros del citado pueblo apedreando al personal de la empresa e impidiéndoles hacer su trabajo, cambios de ubicación de pueblo para el anterior y negativa de este, se trataba de asegurar la continuidad de las explotaciones, policías antidisturbios, pintadas de esquirol/es por la compra de viviendas ‘sin el consenso de los afectados’ (conflicto que se suscitó entre empleados de Peñarroya), apedreamiento de la vivienda del empresario de Portmán Golf, conversaciones delegación del gobierno, presidencia de la Comunidad Autónoma, alcaldes, empresarios… y al final, acuerdo. Todos a la calle y las mencionadas indemnizaciones.
Se echó la persiana puestas las esperanzas en la regeneración y recalificación de los terrenos de Portmán para crear ‘un ladrillo’ que nunca vino y que valía un millón más para cada uno de los que fueron empleados. Y esto ocurrió al año siguiente del cese de los vertidos a la Bahía de Portmán.
Todo lo que vendría después queda para una segunda parte, para contar y para desestimar a muchos, pero esto es ‘harina para otro costal’. Todo este proceso lo viví personalmente, como seguro estoy que muchos de vosotros, pues mi padre trabajó toda su vida en dicha empresa saliendo engañado por la misma. Yo también estuve unido a ella durante tres meses, en preparación de muestras del Lavadero Roberto; por tanto, tengo un conocimiento más o menos cercano de lo que fue este proceso y sus repercusiones.
Y ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo… la Bahía de Portmán".