La granadina sigue cautivando a su público, esta vez con un espectáculo distinto al ofrecido el año atrás que contó con la presencia sorpresa de su hermano Enrique y de amigos de la familia Morente. El amor ‘a su Conde’ no faltó en su concierto, junto a un homenaje a Lola y la familia Flores.

“¿Otra vez Estrella Morente?, si ya estuvo el pasado año”. La frase que escuchamos tiempo atrás, cuando se desveló el programa de este año, tuvo su respuesta anoche. Sí, otra vez Estrella, pero ‘otra Estrella’. El espectáculo que puso sobre el escenario de la ‘Catedral del cante’ fue otra historia, que en nada se asemeja a lo ofrecido con anterioridad y que muestra, una vez más, su riqueza artística.

Con una escenografía más clásica y un azabache vestuario de los protagonistas, ocho personas fueron los ‘satélites de esta Estrella’. Tres palmeros, dos guitarristas (magníficos con una palpable complicidad) y un percusionista (Montoyita, José Carbonell Monti, Antonio Carbonell,Angel Gabarre o Popo), a los que se sumaron dos amigos de la familia Morente, el también guitarrista Alfredo Lagos y el bailaor Israel Galván, junto a la sorpresa de la noche, Enrique Morente ‘hijo’, quien intervino en dos temas, demostrando el buen cantaor y guitarrista que este artista, también compositor, lleva en sus venas.

Ante un público que llenó la catedral y que en todo momento estuvo entregado, la granadina, envuelta en sus floridos mantones, ofreció tarantas, bulerías, alegrías, seguidillas… y más, con mensajes a ‘su Conde en una noche de amor’ y recuerdos a su padre, Enrique, especialmente cuando se arrancó con ‘El pequeño reloj’, un poema de León Felipe, que dio nombre a un disco único del patriarca Morente.

Una canción dedicada a Lola Flores, ‘La faraona’, y a otros de la familia, como Antonio, su hijo, fue interpretada en compañía de un gran abanico y el sonido de los aplausos y ‘olés’ de los espectadores. También estuvo la Habanera imposible de Carlos Cano o alguna estrofa del tango Volver.

El final (veruss ‘bis’) fue novedoso. En la penumbra y ‘a capella’, Estrella&cía ofrecieron un cautivador juego de voces, baile, zapateado y palmas que se cerró con una mirada al cielo de la gran voz Morente.