Así lo proclama la madre de un joven que ha denunciado a los hermanos de su padre por ocultar su existencia cuando este falleció y que reclama la mitad del valor de una vivienda de La Unión que fue vendida en 480.000 euros. Los acusados aseguran que lo único que sabían es que Paco, en su agonía, dijo que había tenido "un desliz", pero que no conocían al supuesto heredero. El juicio ha quedado visto para sentencia.

¿Sabían los hermanos de Paco la existencia de un hijo de éste nacido de una relación extramatrimonial cuando llevaron a cabo la declaración de herederos? Resolver esa cuestión, tanto en el ámbito penal como civil, que el tribunal de la Audiencia, integrado por Fernando Fernández Espinar, Matías Soria y José Joaquín Hervás debe resolver tras celebrarse ayer la vista oral.

Francisco C. A. falleció en 1996 y en 2001, tras la declaración de los hermanos de que tenía herederos, un juez dictó un auto que les permitió heredar la casa de los padres, que después recayó en propiedad de un solo hermano (Jesús), que la vendió en 2005 a una inmobiliaria por 480.000 euros. En ese terreno actualmente hay un bloque con veinte viviendas.

La Fiscalía exculpa a los hermanos Ángeles y Sebastián y pide que José y Rosario sean condenados a tres años de cárcel y al pago de 121.740 euros, la mitad del valor de tasación de la vivienda. La acusación particular, que lleva Emilio Cerezuela del Castillo, pide cuatro años de prisión a José, Rosario y Sebastián, retirando los cargos contra Ángeles. Reclama la mitad del valor de la venta (240.000 euros), más los daños morales (30.000 euros), costas e intereses. La defensa ha contado con los letrados Juan José Carrión, quien solicita la absolución de los tres hermanos, considerando que no existió 'dolo' y que no hay pruebas que rompan la presunción de inocencia. Por su parte, Mariano Oliver defendió a Ángeles, a quien retiraron los cargos.

La madre del hijo (José C. G.) ha declarado que, cuando ella residía en El Algar, inició una relación con Paco, conociendo entonces a su familia. Después ella marchó a Alicante, donde continuó esa relación hasta que, cuando el niño tenía dos años, se rompió a causa de los problemas que Paco tenía con las drogas. "Me enteré de su fallecimiento cuando una Navidad vine a ver a mi familia; entonces, mi hijo, dijo que quería una foto de su padre y fuimos al taller a pedirla", explicó. "Todos sabía de la existencia de mi hijo y habría que preguntarles ahora por qué dicen que no nos conocen", aseveró. Añadió que tenía un libro de familia y que fue su hijo (ahora tiene 23 años) quien dijo de buscar un abogado para reclamar la herencia.

Los acusados, por su parte, proclaman que desconocían la existencia de José. "Sólo sabíamos lo que dijo mi hermano en la agonía, con todos delante, y era que había tenido un desliz, pero nada más". También explicaron que la propiedad de la finca de sus padres pasó a Jesús "porque era la voluntad de nuestra madre".

Respecto a otras declaraciones, reseñar que José C. G. explicó que conoció a la familia de su padre cuando tenía siete u ocho años, que la hermana de su madre ha asegurado que los llevó en su coche al domicilio de sus abuelos y otra mujer ha indicado que firmó en la notaría la declaración de herederos bajo amenaza ("lo hice para proteger a mis hijos y ni leí lo que firmaba").

La fiscal, en las conclusiones finales, considera que ha existido un engaño "por omisión intencionada" y que existen contradicciones en las declaraciones de los acusados. Emilio Cerezuela del Castillo, por su parte, resalta que los acusados tuvieron "un enriquecimiento que no les correspondía, adueñándose de los bienes de un menor" y que su cliente "hubiese tenido una vida diferente a haber tenido ese dinero". Carrión, por úlitmo, señaló que la omisión del heredero "es objetiva, pero no que lo supiesen sus tíos y que actuasen deliberadamente; es una acusación que no ha quedado probada en el ámbito jurídico penal".